Siempre vuelvo a lo local para
contar historias. Creo firmemente que muchos hechos que pasan a formar parte de
paradigmas históricos de la humanidad tienen un alto componente de individualidad
y también están llenos de aportes locales. No pasará a formar parte este breve
relato de la historia monumental, sino que está inmersa en un hecho de los que la mayoría
considera nimios y hasta personales.
En nuestra adolescencia mientras despuntábamos el vicio de jugar al fútbol o mejor aún
de patear la pelota un suceso intervino en la monótona tarde veraniega. Una invitación
a una casa de familia despertó nuestra curiosidad. Allí una de las madres
invocaba a un supuesto espíritu para que se introdujera en el interior de una
copa de vidrio.
Un montón de niños rodeábamos la
mesa. Sobre ella un círculo de papelitos que formaban el abecedario,
completaban el círculo números ordenados según su valor del 1 al 9. En el medio
de la mesa de carmica un "sí" bien grande y un "no" del mismo tamaño en el centro de aquel formal redonda.
Uno de los 4 participantes, que apenas rosaba con sus dedos el borde de la base
de aquella copa dada vueltas, preguntaba al supuesto espíritu: “¿espíritu estas ahí?”.
Si la copa se movía hacia el SI el juego comenzaba.
La mayoría de las veces que lo vi
jugar aquella tarde junto a varios de los presentes nos llenamos de emoción y para
nosotros fue una misteriosa aventura. Algunos de los niños con ojos asombrados hacían comentarios
bajitos, por qué en aquel salón recomendaban mantener el silencio por si al espíritu, que movía la copa, se ponía malo y en caso extremos romper la copa o no responder a las
preguntas de los participantes. Muchos de estos participantes hacían cuestionamientos
a la copa que se movía a un ritmo frenético deslizándose hacia las letras para
formar palabras y pequeñas oraciones dependiendo de la pregunta de aquellos.
Algunos le preguntaban al espíritu como se llamaba en su vida terrenal y aparecían misteriosamente nombrados por la copa nombres de personajes que habían fallecido, algunos conocidos de nuestra propia localidad.
Jamás pude encontrar una explicación
lógica a este fenómeno, era imposible que con nuestras mentes o nuestros dedos empujáramos
la copa exactamente a la letra para poder formar una palabra sin haber
coordinado entre los cuatro la pregunta que se haría o por lo menos la copa no
se movería tan deprisa si fuera empujada por nuestros dedos. No existe una
clara explicación de por qué forma palabras con tanta rapidez hacia varios
lados cuando apenas se coloca el dedo y ni siquiera se la presiona.
Habíamos escuchado historias de jóvenes
que lo habían realizado y que la copa se le había partido. Inclusive que
interpretaron que el espíritu había quedado dentro de sus casas y ellos deliraban.
Los más religiosos decían que eran espíritus malignos que tenían que ver con
cuestiones diabólicas.
En alguna oportunidad le consulte
al Padre Zordán para que me explicase de qué podía
tratarse él fenómeno. Fui para develar un misterio y me abrió la cabeza mostrándome
unos cuantos más en los que él había participado y había visto.
Increíblemente volvimos a jugar al juego
en la casa de unos parientes durante toda una tarde siendo un poco mayores. Allí aparecieron varios espíritus
de familiares, uno de ellos era supuestamente de mi viejo, el de un abuelo y
con quienes nos quitamos varias dudas. Jamás develé estos secretos familiares
que quedaron amarrados entre algunos de nosotros, un tanto incrédulos sobre el fenómeno.
Sin embargo entre el espíritu de mi abuelo y el de mi padre al ser consultados
sobre un número para la quiniela ambos coincidieron en el mismo, ambos nos
dijeron que apostáramos por el 23.
Aquella tarde nuestras cabezas,
producto de tanta concentración, habían quedado bastante cansadas, todos nos sentíamos
agotados. Tratábamos de explicar el asunto en forma racional pero no le encontrábamos
explicación, algunos seguían pensando que empujábamos la copa, otros decían que
no creyéramos lo sucedido, porque eran bolazos. Sin embargo muchas de las cosas
que nuestros espíritus familiares argumentaron tenían lógica en nuestra
realidad. Pero lo mas insólito es que al otro día al mirar la lista de la
quiniela el numero favorecido a la cabeza no fue el que ellos habían propuesto,
pero si salió como segundo premio. Casualidad, coincidencia, es cuestión de
creer o no creer.
Desde aquel momento soy consciente
de que existen elementos fuera de nuestro cabal compresión racional y que son
vivos misterios de nuestro pasaje por este mundo lleno de espíritus que navegan
por la inmensidad del cosmos haciendo de las suyas, inclusive juntándose a
jugar al truco y que ellos ni siquiera saben cómo explicarnos, ni donde se
ubica ese lugar. Desde allí nace nuestra sana locura. Crea o no crea, es recomendable jugar el numero 23, por si las moscas.
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