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viernes, 19 de noviembre de 2010

PENSAR …ESOS INSTANTES


No se ciertamente desde cuando me han gustado o he intentado retenerlos pero trato a diario de registrar en alguna parte de la memoria esos pequeños instantes que no me van hacer ganar un premio Nóbel, ni siquiera llegarán a ser hábitos o costumbres ni se si formarán parte de nuestra cultura y la identidad. Lo que si sé, es que son eternamente míos. Quiero quedarme con ellos. Son los mismos  quizás, que Rodó llamó: “momentos proféticos”. Esa inmensidad de imágenes que aterrizan en mi cabeza a las 4 de la mañana y cual bolsones de arenas tirados al aire puedo quedarme con algún grano en la memoria. Es un instante sublime. Allí no hay otro personaje más que yo y las ideas. Espacios de tiempo eternos. Fracciones de segundos de ideas en más de dos o tres horas reales. Temáticas diversas que llenan el alma inquieta. Lugares donde solo escucho el armonioso sonido del silencio bigbaniano. Desmesuradamente monótono. Cuya servil inmensidad alienta alguna esperanza y hace valorar la vida.  

Millones de milésimas transcurren mientras pienso en las mil y una combinaciones del ser humano, de sus actos y los posibles desenlaces a futuro, en las probabilidades que manejan los científicos, en las consecuencias que puedan tener la aplicación de tal o cual idea. Hasta que finalmente despierto nuevamente para dormirme hasta la próxima cita de las 4 de la mañana. Respiro profundo y una ves más recuerdo mi riqueza. Riqueza de saberme vivo, de tener ojos para contemplar la maravillosa y multicolor naturaleza, de saber que incontables átomos realizan su trabajo a diario para que podamos disfrutar de ella. Riqueza de saber que he venido al mundo desnudo y que en casa un inerme pedazo de pan no faltara para acompañarme en el desayuno. 

Oldemar Chacòn
                                                                                                                      cyberoldemarcha@gmail.com

jueves, 18 de noviembre de 2010

Los bares aquellos...



Quebracho se despertó tranquilo con la monotonía cotidiana que trae el diario vivir. En la mañana el encuentro en los lugares de costumbre es inevitable, los quebrachenses se levantan y piensan en los trabajos y actividades que deben realizar, los mandados que hay que cumplir y desde allí los encuentros con la gente, con las novedades que cuando no son muchas la novedad es algo que choca contra cierto positivismo y disfrute con el que algunos suelen levantarse. Hay que acomodar el "colchoncito receptor" pues a veces la novedad nos golpea duro. Estas suelen ser casi siempre por alguien que falleció, por algún que otro robo (que no es el caso de hoy), que invitan para alguna reunión, etc. Los lugares de reunión de los quebrachenses generalmente son los numerosos bares que se han anclado muy fuerte en nuestra sociedad y que los más veteranos, ya jubilados, aprovechan para disfrazarlo con anécdotas de fútbol, de bailes e historias inauditas que contadas por ellos se tornan emocionantes y nos trasladan imaginariamente hacia aquel lugar, hacia ese otro Quebracho que no conocimos. Bares que tienen sus historias de timbas, trucos y casines, que hoy intentan remodelarse no tanto en infraestructura y se ajustan al nuevo público con maquinitas de apuestas, carolinas, pools y otros que por las noches se juegan como la conga o al novedoso (para los más jóvenes) "tute" y el "carloncho". Bares de mostradores, con botellas en estantes, taburetes, mesas y sillas, forjadores de ideas, de discusiones que se fueron a las piñas, de trampas por ganar apuestas y de riñas que pasaron a ser casi groseras por cuchillos o revólveres que demostraban cierta hombría, pero también "barbaries" de vasos rotos, bancos caídos, "operaciones" gratuitas, disparos en la cintura o marcas que no pasarán a la historia aunque dejarán sus huellas en los techos, en las paredes, en los cuerpos de algun herido por las circunstancias y en la memoria del rencoroso que sufrió la provocación y en la memoria de los que presenciaron los hechos y mas aún en la de aquellos que recibieron la novedad y la enaltecieron en un bar cuando las copas de vino, amarga, espinillar u otro wiski desnudó esa historia, y la hizo relato oral al haberla contado. 

jueves, 4 de noviembre de 2010

Estadía en una biblioteca

Se había imaginado un mundo en cruz. Tendía habitualmente a   afirmar su teoría diciendo que todo es una eterna combinación. Es una cruz recostada, quizás. Pues una línea la marca la historia desde el big bang hasta el presente y desde allí, puntos que marca el futuro. Otra línea cae perpendicularmente desde lo más pequeño, un átomo quizás, hasta el infinito universo. No hay nada que quede fuera de eso. Lo que si existe son múltiples interpretaciones a través de símbolos creados por el hombre. Todas las cosas tienen al menos tres interpretaciones, con esfuerzo o sin, podemos hallarle alguna más.


El día me despierta, como en algunas otras oportunidades, no dejé que suene el despertador. No quiero que una máquina se interponga en mi destino para despertar. Trato de forjar a diario el mío propio. Apronté todas mis cosas y salí a encontrarme todavía con la mañana. Colgaba la mirada en la infinidad de átomos inconsecuentes, invisiblemente expuestos en el aire. Llevaba conmigo una mirada fija en un pequeño punto de ese universo, sin objetos al que mirar, sórdido, imperturbable ante la naturaleza pura, inerme y con una repentina e intangible chispa de luz de un astro rey reprimido ante desordenadas nubes. Anclé en una biblioteca polvorienta bajo una lúgubre cerrazón de títulos, agónicos, desmesuradamente callados. Allí encontré la eternidad de Benedetti hablándome a través de su inagotable mirada. Gesticula en una coma, intercede y cae sobre otro libro de su colección. Allí, espera entre otras celebres eternidades. Hojas desarregladas, pedazos de tapas invisibles, despojadas de sus más ínfimos adornos. Poemas, narraciones, perdidas en un espacio, sin su espacio. En una conciencia inconciente de pasos trastornados. Locos. Números de páginas sumados, restados y divididos. En una rayuela infinita, neruditica y cortazistica de adverbios, sonetos y de un cosmo redimido a un minúsculo conjunto de palabras, ideas. Montones de poetas y narradores se unen en un mundo insensible, frívolo y casi distante. De espaldas al lector perdido, desubicado, mirándole la espalda al intelecto rectanguloide. De varias caras y diferentes formatos. Con colores opacos, amarillos. Lectura de cabeza retorcida, en busca de títulos hasta que una palabra real, mundana nos devuelve a la realidad. - ¡Hola!. 

Oldemar Chacón        



Vivir a mil…pensando


Una llamada para gestionar un trámite. ¿Me haces una carta para…?. Otra llamada. ¿Como era lo que me dijiste?. Ármame un proyecto de…. Quiero información sobre... Trabajar junto a ellos en la organización de la idea. No olvidarme de cerrar la puerta de casa. Mi hijo llora mi desatención. Oigo una crítica y varias esperan en silencio, puedo sentirla, las escucho. Una noticia y varias más en la tele, otras en diarios. Mi pueblo y esas noticias. Escribir sobre él. Voy al baño y leo los diarios que yacen tirados en el piso para secar la humedad. Cada ves que voy leo el mismo titular. Pienso en el marketing, así entra, leyendo sin leer. Cuanta literatura en el baño. Tengo que cocinar. Estoy olvidando a la familia. Ya no. Vuelvo un rato con ellos. Subo la moto. ¡Cuidado!. Freno. No anda el señalero. Mil ideas haciendo cola para salir. Me detengo en aquel instante en el espacio y pienso. Melodías desparramadas me llenan y canto.


El tiempo se detiene un instante más, para pensar y sigo. ¿Que frío no?. Soy trabajador. Creo en las asimetrías de la vida. Ya va a llegar el tiempo bueno. ¡Nada de deprimirme!. Soy un rey en mi habitación y humilde para los de afuera. Me critican los frustrados. ¿Que piensan de mi? No sé, pero lo interpreto. Leo más los gestos que las palabras. Mañana hay reunión. ¿Vendiste la rifa?. ¿Que cocino?. Todo tiende al equilibrio. Hay que arreglar la compu. ¿Será este cable?. Mas vale un pendriver. Suena el celular. “CPIK”. Clásico código entre yo y mi primo para jugar un partido en el play station. Golazo. Van a mirar la novela. Esta buena. Prefiero Show Mach. ¿Pagaste la luz y el agua?. Cuentas. ¿Y los políticos? No los prefiero. Soy de Quebracho. Una hoja vuela. Semillas del árbol caen y leo eso que veo. Me despierto a las 4 de la mañana y vuelvo a organizarme en la cabeza las mil y una ideas. Sueño y vuelvo a soñar. En que tiempo vivo. Entre el sueño, la imaginación, las lecturas en mi cabeza, el sueño que soñé o sobre lo que ahora estoy viendo. Alguien puede pararme el pensar. ¡Shhh silencio!. Estoy escribiendo. Cálmame escritura. Recuesto los nimios pensamientos encerrados en la cabeza, sobre la cisterna. ¿Y la posmodenidad?               
Oldemar Chacón