Quebracho se despertó tranquilo con la monotonía cotidiana que trae el diario vivir. En la mañana el encuentro en los lugares de costumbre es inevitable, los quebrachenses se levantan y piensan en los trabajos y actividades que deben realizar, los mandados que hay que cumplir y desde allí los encuentros con la gente, con las novedades que cuando no son muchas la novedad es algo que choca contra cierto positivismo y disfrute con el que algunos suelen levantarse. Hay que acomodar el "colchoncito receptor" pues a veces la novedad nos golpea duro. Estas suelen ser casi siempre por alguien que falleció, por algún que otro robo (que no es el caso de hoy), que invitan para alguna reunión, etc. Los lugares de reunión de los quebrachenses generalmente son los numerosos bares que se han anclado muy fuerte en nuestra sociedad y que los más veteranos, ya jubilados, aprovechan para disfrazarlo con anécdotas de fútbol, de bailes e historias inauditas que contadas por ellos se tornan emocionantes y nos trasladan imaginariamente hacia aquel lugar, hacia ese otro Quebracho que no conocimos. Bares que tienen sus historias de timbas, trucos y casines, que hoy intentan remodelarse no tanto en infraestructura y se ajustan al nuevo público con maquinitas de apuestas, carolinas, pools y otros que por las noches se juegan como la conga o al novedoso (para los más jóvenes) "tute" y el "carloncho". Bares de mostradores, con botellas en estantes, taburetes, mesas y sillas, forjadores de ideas, de discusiones que se fueron a las piñas, de trampas por ganar apuestas y de riñas que pasaron a ser casi groseras por cuchillos o revólveres que demostraban cierta hombría, pero también "barbaries" de vasos rotos, bancos caídos, "operaciones" gratuitas, disparos en la cintura o marcas que no pasarán a la historia aunque dejarán sus huellas en los techos, en las paredes, en los cuerpos de algun herido por las circunstancias y en la memoria del rencoroso que sufrió la provocación y en la memoria de los que presenciaron los hechos y mas aún en la de aquellos que recibieron la novedad y la enaltecieron en un bar cuando las copas de vino, amarga, espinillar u otro wiski desnudó esa historia, y la hizo relato oral al haberla contado.
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